Llegaron los de Cuenca: Eli, Palomares, Sagra, Bea y Huete, casi no nos encontramos en aeropuerto, pero bueno, salieron y corriendo para el check in de Thaiairways para ir a Chiang Mai, venían reventados, pero nosotros también, porque cogimos la furgoneta para ir al aeropuerto de las 4 de la mañana, madrugón madrugón.
En Chiang Mai, el hotel nos encantó, rollo hostal con detalles, cama cómoda, piscinita (que no probamos al final, pero bueno), ducha buena… y en una zona inmejorable, es el Awana House, dentro de la muralla (que es el casco histórico de la ciudad) pero en el lateral desde donde se va al Night Bazaar y justo donde ponen el domingo el Sunday market. Shopping, shopping… Las chicas nos volvimos locas, sobre todo Sagra, jeje, no perdonaba un puestecillo, y Alberto que nos intentaba desanimar, que si en Bangkok sería más barato… en fin.
Empezamos por paseíto en la ciudad, una gran concentración de templos budistas, chulis, pero un poquito iguales al final todos (me imagino que como para ellos nuestras iglesias) y fuimos a comer the lujo al Ginger café, super bueno y super bonito todo.
Cogiendo fuerzas para la aventura que nos esperaba. Al día siguiente habíamos cogido un trekking de dos días, con paseo en elefante, rafting y dormir arriba de la montaña en una cabaña de una tribu. A parte de nosotros siete, en el viaje también había una pareja encantadora de canadienses, Nicolas y Mercedes (de origen domininicano) que hablaban español, y una familia con dos hijos, holandeses.
Y como no cabíamos todos, Palomares y Alberto iban agarrados detrás de pie.
Primero, fuimos a lo de los elefantes, había leído cosas horribles en internet, sobre las condiciones en que estaban los animales, sin embargo mi impresión fue bastante buena. Los «mahout» (el que lleva el elefante) trataban bien al animal y se entendían, y cuando nos íbamos, los soltaban por ahí, de hecho había muchos sueltos, en mitad de su hábitat, sinceramente no me parece ni tan mal, comparado con la fosa del zoo de Barcelona…
De ahí, empezó nuestro trekking, después de caminar un cuarto de hora, hicimos una parada en una cascada, el guía era genial, nos podíamos tirar como si fuese un tobogán (solo se tiraron los niños porque hacía fresquito), y nos enseñó como hacían pistolas de aire comprimido con una caña de bambú para jugar cuando él era niño. Creíamos entonces que iba a ser un mini trekking, que iba a estar chupado, estábamos equivocados…
El trekking a mí me pilló en muy baja forma, debían ser solo unos 5 km, pero en una pendiente muy pero que muy pronunciada, yo creía que no llegaba, iba arrastrada, menos mal que Alberto me iba esperando, en fin… que ya he pillado el mensaje, que me tengo que poner en forma…
Al menos la recompensa fue total, sitio precioso. La cabaña evidentemente muy sencilla, pero bueno, en una cabaña con dos ambientes había «colchón» para todos, y mantas. Nos hicieron una cenita de batalla muy rica y fue todo encantador.
Después de cenar, el guía, que era un crack, super majo y divertido, nos hizo unos trucos de magia y jugamos a unos juegos, los que se equivocaban eran pintados, acabamos pintarrajeados total, menos el guía y Alberto, que no fallaban una.
Por la noche, en la cabaña de bambú aunque teníamos 3 mantas, pasamos bastante frío, pero había que coger fuerzas para bajar de allí, jeje. El despertar fue muy bueno, salir de aquella cabaña y ver las vistas, aunque el día estaba nublado, no tiene precio. En la foto no se aprecia nada de nada.
Y entonces después de la super bajada, para mí mucho mejor que la subida, aunque algunos decían que era más dura que la subida por las rodillas, nos llevaron al río a hacer rafting, fue super divertido, el sitio super bonito, no tengo más que la foto que nos hicieron ellos, que no se ve el lugar. Y para rematar el multiaventuras, un micro paseo en balsa de bambú, no sé si llegó a 10 minutos, pero estuvo bien.
A la vuelta a Chiang Mai, muertitos, algunos nos fuimos a dar un masaje, yo ya había probado mi primera noche en Bangkok el masaje tailandés, y me dieron una paliza… con lo resentida que estaba del trekking y las agujetas, yo me di uno de pies, tranquilito, pero Eli, Palomares y Alberto fueron más valientes.
Por la noche, quedamos con Nicolás y Mercedes, para cenar de puestecillo y para ver el Sunday Market, que es impresionante, pero estaba llenísimo de gente, guiris y locales, y no es para ir 11 personas, la verdad, porque son tantos puestos y tan chulos que quien no se para en uno, se para en otro…
Al día siguiente, me fui con los chicos a hacer un curso de cocina, estuvo genial, primero fuimos al mercado y nos explicaron los ingredientes básicos de la comida tailandesa, tienen como 10 tipos de arroz, 4 o 5 de fideos, 3 o 4 berenjenas… muy interesante, la verdad. Y entonces nos llevaron a un patio a cocinar, hicimos 4 platos a elegir: sopa tom yam (típica de Tailandia), un pad thai (noodles típicos ricos ricos), un pollo con anacardos, un curry (verde o rojo), rollitos de primavera y el sticky rice mango (como un arroz con leche caliente con mango).
Por la tarde, fuimos a ver el templo más importante de Chiang Mai y descubrimos (los que habían estado en Japón ya lo sabían, yo no tenía ni idea) unos botes con palitos que había que mover hasta que se caía solo uno, y coger un papelito de los estantitos según el número que te había salido, nos salió a muchos bastante pesimista, en fin…
Y por la noche, lo más emocionante, salíamos todos del sitio de los masajes, cuando vimos volar farolillos, una de las cosas que más ilusión me hacía a mí. Así que corriendo a buscar de donde salían, compramos dos y los echamos al aire, me encantó!!!!
Al día siguiente nos íbamos para Koh Lanta, una de las islas del sur, a pasar Nochevieja, allí nos encontraríamos con una pareja de amigos míos, Mar y David.
2 respuestas a «CHIANG MAI»
¡Genial! que sigan llegando los posts. Un beso
Impresionante Anita, qué envidia!!!