Cuando se fueron los de Cuenca (bueno, todavía nos quedaba Eli, menos mal), seguimos nuestro viaje, esa noche descansamos e hicimos algunas compritas y al día siguiente temprano nos fuimos para la estación de autobuses Mo Chit de Bangkok a coger el autobús oficial que iba hasta Siem Reap, donde están los templos de Angkor.
Alberto había leído cosas horribles sobre cruzar la frontera con Camboya, un montón de timos, como que te gestionaban la visa otros cobrándote recargo, que te llevaban a bares o restaurantes para que consumieras, que fingían averías para que se hiciera tarde y te tuvieras que quedar a dormir en guesthouses que ellos querían, o que te dejaban fuera de la ciudad para que tuvieras que coger un tuc tuc de los que casualmente te estaban esperando y te llevaban a donde ellos querían. Así que nosotros cogimos el oficial, pese a que valía 600bath y en Khaosan road la empresas tenían billetes por la mitad de precio (pero se suponía que era lo de los timos).
Alberto también decía que debíamos hacer la visa online, que la pagabas por tarjeta y te llegaba al e-mail en pocos días, pero como íbamos justos de tiempo y veíamos que a Mar que la había hecho en España no le llegaba… Al final decidimos hacerla directamente allí.
Nuestro autobús salía a las 10h, tardaba unas cuatro horas hasta la frontera con Camboya en Aranyaprathet, luego tenías una hora para cruzar la frontera y después salía el autobús «oficial» a Siem Reap. En el autobús oficial lo primero que nos dieron era un papel que decía que lo mejor era que la visa nos la hicieran los de una compañía que tenían ellos allí, así que aunque íbamos a pagar 2 o 3 euros más, nos parecía poco timo, así que lo hicimos con ellos. Luego nos pusimos en una pequeña cola para cruzar la frontera de Tailandia, a Alberto le pusieron una multa porque tenía caducada la visa dos días, en fin, sabíamos que podía pasar y aun así era más rentable que renovarla. Después caminamos unos 200 metros hasta la frontera de entrada de Camboya. Como todas las fronteras tiene algo de absurdo, ese trocito de tierra de nadie en el que se levantan casinos y se mueve gente diariamente, la sensación desde fuera es que son todo trapicheos.
Para la ventanilla de entrar a Camboya había mucha cola, en realidad no parecía tanta, pero estuvimos más de una hora, porque también podías pasar por el lado «VIP», es decir, sobornando, y mucha gente lo hacía, con lo cual la cola normal, todavía avanzaba menos. El mismo de la agencia que nos había hecho el visado, nos ofreció por 200 bath (no llega a 5 euros), pasar sin esperar, pero le dijimos que no. Si todo el mundo está dispuesto a sobornar a agencias o polis, se encargarán de que funcione especialmente mal y lento (yo creo que esto ya pasa) para que todo el mundo esté dispuesto a pagar por no tener que esperar. Luego además, Mar vio como echaban para atrás a alguno de los que había pagado, así que encima no te garantizaba el éxito seguro.
Cuando por fin nos tocó, pasamos y Mar se quedó la última, iba pasando el tiempo y no llegaba, así que Alberto volvió para atrás a ver qué estaba pasando. El problema era que Mar había puesto mal el número de pasaporte en su visa online, y el funcionario no se lo quería corregir, pero bueno, al final, con un poco de insistencia, se lo corrigió.
Así que nos montaron en el autobús que nos debía llevar hasta Siem Reap, ya no íbamos los mismos pasajeros que en el primero, porque de aquel autobús «oficial», algunos habían pagado y pasado por delante en la cola (no sé cómo acabaron estos, me imagino que similar a nosotros). El autobús en principio iba bien, pero ya estábamos temiéndonos que no era oficial y que no nos hiciesen muchos líos. Lo único que cuando se suponía que faltaba una hora, el conductor nos paró a que consumiésemos en un bar perdido (lleeeeno de mosquitos), nosotros que todavía no teníamos casi dólares, poco consumimos, pero tuvimos que esperar los 45 minutos, claro.
Luego en la carretera, vimos un macrofestival, en mitad de la nada, aparentemente ningún núcleo urbano cerca y había más de 100.000 personas, con una feria, música, puestecillos de comida, y la carretera evidentemente bloqueadísima por muchísimas personas de pie y en moto, en fin, que estábamos parados parados. Al final, vinieron unos militares y nos hicieron paso poco a poco, surrealista. Al día siguiente descubrimos que el 7 de enero es como una súper fiesta en Camboya, ya que celebran el día de la caída de los khemeres rojos.
Vimos un autobús parado en la carretera por una avería, me da a mí que una falsa avería, claro. Y nosotros como vimos que el nuestro seguía pues más contentos… Al final entramos en civilización, ya se veía Siem Reap por todos los lados y yo ya creía que ya estaba, pero no, justo al entrar, se metió por un camino de tierra para dejarnos en una estación pirata donde había un montón de tuc tucs esperándonos.
Cuando íbamos a entrar en el trapo de los tuc tucs, una pareja de alemanes nos dijeron de ir a la carretera principal, que estaba muy cerca, y en vez de coger un tuc tuc chanchullero que nos llevase donde quisiese, asegurarnos de que nos llevasen a nuestro hotel. Así que salimos los 7 a la carretera y vimos un hotel, entramos y le dijimos a los de recepción si podían llamarnos un taxi, a los alemanes los venían a buscar directamente desde su alojamiento. Al final después de bastante espera y conseguir ponernos en contacto con nuestro hotel, nos consiguieron un taxi y nos llevó, parece ser que el taxista también era un poco chanchullero y nos cobró de más, y también que no le parecían bien unos billetes que luego eran de curso legal… en fin, gajes del oficio, jeje, pero nos llevó sanos y salvos, happy ending de nuevo.
Una compañera de un cursillo me había recomendado un guía que hablaba español para los templos de Angkor, pero Alberto le escribió y estaba ocupado esos días, al final Alberto encontró otro guía, en esta web, y nos acompañó una guía encantadora llamada Son Pal, de 32 años, que se casaba en un mes, super divertida, muy bien informada, educada… A la pobre la volvimos loca, que si llevanos a un cajero, que si la óptica (Alberto tuvo un pequeño percance con las gafas, jeje), que si a la oficina de correos… y hacía que todo fuese fácil, muy bien, la verdad.
Nos vino a buscar puntual como habíamos quedado, con una furgoneta de 9 plazas y un conductor también muy majo. Nos llevó a los templos y por el camino ya nos fue explicando cosillas.
La entrada a los templos cuesta 20$ un día o 40$ tres días, nosotros cogimos el pase de 3 aunque solo íbamos a ir dos días. Luego dentro te piden la entrada en la puerta de cada templo, la entrada lleva foto , pero te la hacen ellos en el momento.
Los templos de Angkor es una brutalidad de bonito, el lugar es enorme, nosotros nos movíamos de un templo a otro con el conductor y luego caminábamos por los templos, mucha gente se mueve en tuc tucs, o coges un tuc tuc para todo el día o vas haciendo viajes simples cada vez, quizás salga algo más barato, pero pierdes toda la explicación.
Fueron declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1992 (cuando aquí estábamos con el éxtasis olímpico, jeje) y son una maravilla, comparable al Machu Pichu o Petra, una pasada. Estos templos han estado abandonados durante siglos y es impresionante ver como la naturaleza ha penetrado en ellos, la fuerza de la naturaleza es insospechada, como un árbol o sus raíces son capaces de tirar edificios de piedras macizas. El más famoso en Angkor wat, el único que nunca fue abandonado y por tanto el que mejor se conserva, es además la imagen más famosa del conjunto, aunque para mí no la más bonita. También es alucinante cuando te explican que en la zona habían vivido cerca de un millón de personas, y por causas no esclarecidas, se abandonó y nadie volvió a hablar de ello hasta que los franceses lo descubrieron (para occidente, porque los monjes llevaban siglos cuidando Angkor wat), se atribuye el descubrimiento (europeo, claro) a Henri Mouhot en 1860.
Os dejo un mix de fotos de los templos, porque como me ponga a explicarlos, me dejáis de leer por brasas, jeje.
Son Pal nos llevó el segundo día a ver el amanecer, así que quedamos con ella a las 5 de la mañana (yo que hasta las 11 no soy persona), bonito, pero no es que se vea el sol salir mientras amanece, como en el mar o en la montaña, amanece y luego se ve salir el sol entre los árboles (dijo Son Pal que dos veces al año se ve salir entre las torres, no fue ese día, jeje).
Os presento a Son Pal, si vais por los templos y os la encontráis, saludadla de nuestra parte, y preguntarle qué tal fue la boda de 400 personas en su jardín, jeje.
Foto obligatoria si vas a Angkor:
No es lo que parece:
Luego fuimos a un pueblo flotante que nos habían recomendado, a unos 15 km de Siam Reap, no nos gustó muchísimo, la verdad, cogimos un barquito en el lago (que es enorme, te sientes en el mar) y luego pasamos por la calle del pueblo flotante, sin parar ni nada, solo paramos en un bar cutrecillo, donde el ambiente era de niños pidiendo montados en palanganas, peceras en muy malas condiciones y cocodrilos amontonados, decadente total.
Y los cocodrilos, qué miedito!!!
Siguiente parada Phnom Penh, la capital de Camboya, allí nos encontraremos con Jose, un amigo de Alberto.
Gracias a todos los que estáis leyéndome.
Muuuas