Bueno, después de Chiang Mai y Chiang Rai volvimos a Bangkok solo para dirigirnos al parque natural de Khao Yai, a dos horas y poco (según la guía, a 4 en el autobús que se iba parando para recoger gente y acercarla a por el pan).
El parque es patrimonio de humanidad, y en él viven muchos animales, como monos grises, de los chiquititos (lo más fácil de ver porque están a ver si pillan algo de comida de los visitantes), monos gibones (que solo están en las copas de los árboles y cuesta más encontrarlos, por lo tanto más preciados), pájaros búcero, ciervos y elefantes, todos ellos en libertad.
Después del autobús que se nos hizo eterno, parando cada 10 metros a ver si pillaba a alguien más, aunque fuese a 100 metros… Llegamos a Pak Chong, que es la base desde donde todo el mundo va a visitar el parque. Los de la guesthouse donde nos quedábamos, Green Leaf, nos dijeron que cuando llegásemos les llamásemos y nos venían a buscar. Yo no entendía porque si le decíamos que cogíamos el autobús de las 11.30, no venían directamente a las 2 a por nosotros, jejeje, luego lo entendí, porque con ese bus nunca sabes cuánto vas a tardar en llegar, nosotros llegamos a las 4.
Cuando llamamos para que nos viniesen a buscar, descubrimos que había muchas estaciones en Pak Chong y no sabíamos cómo explicarles en cuál estábamos, así que dijimos, la del Seven Eleven (si había varias estaciones, Seven Elevens habrá millones, porque hay uno cada 200 metros en Tailandia) y la chica muy discreta nos dijo que le pasásemos el teléfono a alguien por la calle para que le explicasen exactamente en cual, y así lo hicimos.
Nos vino a buscar un señor con la pick up y Alberto y yo nos iluminamos, porque queríamos montar atrás, es de los pocos medios de transporte de Tailandia que todavía no habíamos cogido, jejejeje.
Esa tarde como tardamos más tiempo del que creíamos, ya no pudimos hacer nada, así que hicimos mucho ordenador, cenita y a dormir pronto para coger fuerzas para el trekking del día siguiente, que no sabíamos si sería tan duro como el que habíamos hecho en Chiang Mai, yo estaba asustadita. Además, te prestan unos calcetines antisanguijuelas y yo pensaba: «ay madre, ¿dónde nos hemos metido?». Los calcetines resultaron ser un saco de tela normal, nosotros esperábamos algo super técnico, pero bueno.
Al día siguiente nos fuimos para el parque, en el «coche-furgoneto» solo íbamos nosotros dos y una pareja jovencísima de Finlandia, que la chica estaba estudiando en Bangkok y habían venido a ver el parque también.
Nos llevaron como al centro de visitantes del parque, donde había un «museo» por llamarlo de alguna manera.
Y en el mismo centro ya vimos ciervos y monos, pensábamos que iba a ser fácil, jeje.
En el centro este tienen un termómetro fuera que marca la temperatura, y la gente se hace fotos con él porque se supone que son las temperaturas más bajas de Tailandia, vamos como si nosotros nos hiciésemos una foto con un termómetro a menos 10 grados, pero con la diferencia de que ellos se hacen la foto y pone 15, jeje. Debajo siempre dice la temperatura más baja del día, que es en algún momento de la noche, ese día marcaba que había llegado a bajar hasta a 5 grados.
Luego nos llevaron como a un mirador y allí que había muchas furgonetas paradas, había muchos monos esperando un despiste para pillar algo de comida, vimos como uno robaba unos noodles de esos como precocinados, que están envasados al vacío como en un vasito, entonces se subió al árbol y los abrió, por el abrefácil, jejeje, no era la primera vez que se comía unos de esos.
(mirad el mono ladrón)
En el camino en furgoneta íbamos viendo señales curiosas, como la nuestra de cuidado con los ciervos, pero en este caso era cuidado con las cobras, con los elefantes…
Íbamos atentos y el guía que tenían un ojo que no veas, buscando movimiento para que viésemos animales, todo desde la furgoneta, pero entonces parábamos y prismáticos en mano… solo vimos unos gibones, uno blanco y uno negro, el zoo de mi cámara no da para captarlos, ya que están arriba de esos árboles altísimos, así que he cogido una foto prestada para que veáis a que me refiero, este es un gibbon blanco.
Luego paramos en un sitio y empezó el trekking, Alberto de la jungla cogido de las lianas, jeje. Vimos árboles con colmenas y las abejas alrededor… marcaban con rojo los que tenían miel, y tenían también las marcas de las zarpas de los osos que van a los árboles a por la miel.
Había paisajes muy diferentes, desde la jungla total, a paisajes europeos muy familiares, o incluso paisajes de la meseta amarillos, muy familiares sobre todo para Alberto, jeje.
Luego fuimos a ver una cascada (sin más la verdad), y en el río vimos serpientes, el guía súper busca animales con sus prismáticos profesionales por fin ve una, coloca los prismáticos y nos dice que miremos, y luego el gracioso nos dice que teníamos una justo encima de la cabeza…
Lo mejor fue que como dijo lo de la cascada y había lavabos, fuimos a ponernos en bañador, yo muy discreta me lo puse y me volví a vestir, pero Alberto ya salió del lavabo a lo hawaiano, y el guía le dijo: «No swimming», jajajaja. Ridículo total.
Y entre las rocas de arriba de la cascada vimos un lagarto… del tamaño de un cocodrilo, en la foto no se aprecia, pero yo estoy nadando y me encuentro eso y me come, madre mía.
Después de la cascada empezó la búsqueda de los elefantes, estuvimos como 3 horas en la furgoneta detrás dando vueltas, pero no hubo suerte, snif snif.
Así que nos fuimos a Khao Yai para hacer un trekking por el parque y ver si veíamos muchos bichos. La verdad que no tuvimos mucha suerte, solo vimos monos y ciervos. El trekking en sí esta vez fue súper light, solo caminamos poco más de una hora y relativamente plano, al menos… jejeje
Y vuelta a Bangkok, al hotel que reservó Alberto para la primera noche, hotelito mono cerca de la estación de autobús, Alberto con sus clases, yo descansando en la pisci… Tailandia empezó y acabó un mes y pico después en el mismo sitio, qué penita, pero ya con ganas de más cositas.
Y al día siguiente para Indonesia, qué emoción!!!
Además en cuatro días vienen María y Yubero de Cuenca, no vemos el momento de verlos y compartir con ellos las aventuras indonesias.
Mañana os cuento nuestra llegaba a Indonesia, con aventura incluída, jeje.