Después de Kochi cogimos el tren a Goa. Elena nos había dicho que no le había molado mucho el tema playero-fiestuqui de Goa, así que miramos y miramos en internet y decidimos hacer la parte más cultural y dormir en la ciudad en Panaji, en vez de en la playa.
La cosa es que yo creo que es porque Alberto y yo no somos muy playeros, pero nunca acabamos de acertar con las playas. Pasamos un día por el pueblo de paseo, y bien, sin más, aprovechamos para dejar mi sari en el sastre y que me hiciesen la blusilla (top de quinceañera total, jeje), y también para comer bien, ver el mercado y ver la iglesia del pueblo.
Al día siguiente, fuimos a la playa, no queríamos ir a una playa que estuviese llena, pero tampoco a una playa sin chiringuito, jeje, así que tras mucho mirar, optamos por Baga beach, la verdad es que la playa era enorme, de hecho, simplemente va cambiando el nombre, y seguramente era bonita, pero había bandera roja, yo nunca había estado en una playa que el agua te tirase tanto para dentro, no se podía estar casi ni en la orilla.
Nos pusimos un poco donde no había nadie (de hecho en la playa no había casi nadie, solo se veía como a un kilómetro y pico un mogollón de gente) para poderme poner en biquini sin estar muy incómoda o incomodar a alguien, pero solo pudimos bañarnos un poco por la corriente. Así que nos fuimos para el chiringuito, que en el fondo es lo que nos gusta, a tomar algo y comer un pescadito, jeje.
Estuvimos en el chiringuito súper bien, corría brisa, a la sombra, así que ya casi no nos movimos de allí, llegaron una pareja de guiris, muy blanquitos, casi deslumbraban y se pusieron más o menos donde habíamos estado nosotros, pero ellos tomando el sol en bañador y tal, al final tenían un corrillo, y varias personas se les acercaban a decir cosas, ni idea de qué, pero bueno, nosotros le dimos otra oportunidad breve al baño y nos fuimos caminando por la orilla hacia el mogollón, a ver qué había allí.
Donde el mogollón había como chiringuitos con la música a tope y un montón de familias, no es que pegase mucho, pero bueno, y una calle principal que subía, llena de tiendecillas, la verdad que esa zona no me gustó nada, y hacía mucho calor, así que optamos por meternos en un hotel con piscina a tomar algo y refrescarnos un poco. Y de allí cogimos el autobús para volver a la ciudad.
Al día siguiente decidimos hacer la parte más cultural, desayunas una dosa, que os prometo que es el equivalente al pincho de tortilla y cogimos un taxi por el día y nos le pedimos que nos llevase a diferente sitios, primero fuimos a Old Goa, donde hay dos iglesias católicas (por la influencia de los portugueses) y una se supone que es la más grande de Asia.
También fuimos a plantación de especias Savoi, que el pobre conductor no la conocía y tardó un montón en encontrarla (normalmente van a otras dos que hay que son en plan más grande y más turístico, con elefantes, buffet libre…). Estuvimos negociando el precio de la entrada, porque nos pedían un montón, al final, llegamos a un acuerdo digno y vino un hombre a darnos un paseo por la plantación enseñándonos todas las especias y otras cosillas. Fue parecido a cuando en Indonesia con María y Yubero nos enseñaron la plantación de café Luwak. Nada más empezar nos enseñó un arbusto, cogió una hoja y la partió, nos la dio a oler y nos preguntó que qué especia era, Alberto y yo íbamos diciendo, pero nada, al final nos dijo que era una planta que le llamaban «all spice» porque es como un todo en uno, muchas especias a la vez, y que a veces el masala lo hacen directamente con el polvo de esa hoja, sin necesidad de mezclar las diferentes especias.
Luego también nos enseñaron cosas que yo nunca había visto, como las rose apple, y comiéndolas me rompí una muela, bueno, es un diente que siempre me ha dado muchos problemas, así que en el viaje no podía ser menos, después de una semana, puedo decir que ya está solucionado.
Y esto, creo que se llama beatlenut, o algo así y es algo que dicen que tiene efecto narcótico, es lo que mezclado con otras cosas ellos mascan continuamente. Y es el fruto de unas palmeras altísimas y muy delgadas.
Y por último fuimos a ver tres templos famosos de la zona (Mangueshi, Mahalsa y Shantadurga), en uno había una boda (no es que la estuviesen celebrando allí, es que los invitados iban a hacer ofrendas a Shiva, Visnu y Brahma). Las invitadas iban guapísimas y llevaban mil adornos en las muñecas, en el pelo…
Y de Goa hacia Hampi, una de las ciudades sagradas, os adelanto que nos encantó.