Elena nos había recomendado ir a Hampi, como entre unas cosas y otras no habíamos podido preparar mucho el viaje, nos vino genial, porque no lo conocíamos y es uno de los sitios que más me ha gustado del viaje por ahora. Fuimos en tren hasta Hosped y de allí cogimos un tuctuc (aunque también hay autobús) y le pedimos que nos llevara a la Gopi guesthouse que en la Lonely decían que tenía una terraza arriba, y yo tenía ganas de terraceo, además luego nos dimos cuenta de que la terraza de la Gopi era el punto de reunión de los mochileros en Hampi, aunque luego muchos no dormían allí, pero Hampi es minúsculo y se va en 5 minutos a cualquier lado.
Mirando lo que había que ver por Hampi, nos dimos cuenta de que necesitábamos algún medio de transporte, o un tuctuc o una moto, al final optamos por un día de cada, y el propio conductor del tuctuc que nos llevó de la estación a Hampi, nos hizo de conductor y guía al día siguiente, estuvo genial. Os dejo el contacto porque es muy recomendable, se llama Ramesh (hospetramesh@yahoo.com o el telf: 09739867322).
Pero la tarde que llegamos decidimos ir a dar un paseo por el pueblo, porque habíamos visto un templo en el centro. Nada más salir ya empezamos a ver la convivencia brutal que hay en Hampi con los animales, por allí andaban sueltos monos de dos especies diferentes, perros, vacas, cabras… súper especial, pero es que mientras iba yo haciendo fotos a los monos, entramos como a la antesala del templo y veo salir por la puerta…
Un elefante!!!
Claro yo todavía no había entrado y no sabía si dentro habría 30 más, luego nos explicaron que es el templo del elefante, solo un elefante vive allí, era un elefante precioso, como como con pequitas. Y entonces nos dimos cuenta de que la gente le daba una moneda al elefante y este los bendecía. Así que cogí una moneda, se la di al efefante y pasó de mí, me dijo el cuidador que eran 10 rupias, no veas si el elefante distinguía entre indios y guiris, jejeje. Pero lo peor es que yo encontré dos billetes de cinco rupias y ya no sabía si me los iba a coger o no, como si fuese una máquina tragaperras o algo así, jeje.
Así que salir a dar un paseo de media hora en Hampi ya era de lo mejor y luego a nuestra terracita a cenar algo vegetariano y a beber unos lassis, porque en Hampi no se puede beber ni comer carne, por lo de ser ciudad sagrada.
Al día siguiente a las 9 empezó nuestra ruta con Rames, fue un día muy intenso y vimos como 11 sitios, así que explico un poco lo que me acuerdo, que ya tengo saturación de templos y es que Hampi es la locura.
Lo primero que vimos fue lo que llaman el Dining hall, y es que nos contó que la gente le pedía al rey que le dejase palacios, platos… para celebrar sus bodas, y el rey al final tuvo una idea. Hizo como un pequeño canal de agua y un murete a cada lado con pequeñas hendiduras que servían de platos, para poner el arroz y las diferentes salsas, rollo los thalis que comen aquí, y al final, con el agua del canal cada uno lavaba y recogía su sitio.
Luego nos llevó a ver el templo Ragunata, que era espectacular y sin embargo fuera estaba lleno de basura, de hecho no había nadie visitándolo, solo unos pocos monjes cantando (no entiendo como no limpian un poco los alrededores, la verdad). Y allí nos explicó una de las cosas más curiosas, y es que resulta que para hacer la música en el templo idearon unas columnas musicales, según su grosor y forma producían un sonido u otro. Nos explicó que echaban arena y hierro fundido y la verdad es que sonaban casi a golpear hierro, rollo tubería. En más templos de la zona las vimos, estos reyes de Hampi tenían muy buenas ideas, jeje.
Y nos llevó por detrás a un mirador desde donde se ve lo maravillosa que es la zona, palmeras y piedras por todos los lados y luego pequeños templos en todos los rincones, yo no sabía nada del imperio de Hampi, pero no sé si tendría mucho que envidiarle al romano, la verdad.
Después fuimos al templo más famoso de la zona, el Vittala, impresionante, y el único para el que había que pagar entrada, porque encima todo este patrimonio de Hampi es de visita gratuita, brutal.
Nunca en mi vida me habían hecho tantas fotos como en este templo, todo el mundo se quería hacer fotos conmigo, alguna vez también con Alberto, pobre, jeje. No sabíamos ya donde cortar el tema fotos, pero bueno.
Al acabar, nos acercó al baño de la reina, un lujo, una pisci para ella sola, con guardianas que vigilaban, cayendo el chorrito, así cualquiera, yo también quiero.
Después, al Royal palace, y otra vez millones de fotos conmigo, la familia entera, las chicas, los chicos, los niños, de uno en uno… para qué las querrán, pero bueno, es una manera de romper el hielo y es que los indios son muy curiosos y te preguntan todo, nombre, apellidos, lugar, edad… Ahora entendemos porque tuvimos que contestar tantas cosas para el visado, jeje, es que son muy cotillas.
Luego fuimos al templo Hazararama, demasiados, ya no me acuerdo mucho, pero la particularidad es que tenía unas columnas en el interior de mármol negro que habían traído de muy lejos, jeje.
Y fuimos a comer por ahí, rico y casero, pero lo fuerte es que en el bareto había detrás como reservados con cortinilla y un montón de hombres bebiendo y fumando, como para que no los vean, boh.
Pero no había acabado nuestra ruta, de verdad, que nos cundió el día un montón, jeje. Nos llevó al palacio de la reina, muuuuy bonito, estaban allí también las cuadras de los elefantes, muy curioso.
Y al templo subterráneo de Shiva, que era un templo inundado, con parte seca y en el que tuvimos de compis de visita a un grupo de tíos muuuuy ruidoso, que quisieron una foto también, jeje, porque también te piden que les hagas fotos a ellos, con tu cámara, que eso todavía tiene menos sentido, pero es que les encanta, y a veces ni la ven, no sé.
Después los templos d Narasima y Khrisna, también espectaculares, pero es que habíamos visto tantos…
Y por último el templo de Ganesha, el elefante, que es nuestra divinidad favorita, nos hemos comprado uno mini para poner en el recibidor, ya que dicen que cuando sales de casa lo tienes que mirar y tendrás un día de suerte, no sé si es muy fiable, pero es tan bonito que aunque no funcione…
Esa noche en el hostal conocimos a Claudio, un madrileño por el mundo, jeje, que ha venido un par de meses a India, muy majo, también tiene blog, De solo ida. Así que al día siguiente se unió a nuestro plan de alquilar unas motos y ver las cosas del otro lado del río, que son principalmente tres templos y un lago, jeje, así que no os saturaré más a vosotros tampoco. Bajamos al río, que es un río sagrado, para nosotros el primero que veíamos en India, y el ambiente es brutal, unas escaleras y todo el pueblo para arriba y para abajo, bañándose, lavando la ropa…
Claudio solo había cogido la moto un par de veces antes, pero el camino era una única carretera sin tráfico, pero nada más salir nos equivocamos de camino, y nos metimos por un camino de cabras, jeje, al final acabamos en un arrozal con las motos medio hundidas, pero empujando las sacamos del barro y seguimos nuestro camino, mirad el pobre Claudio que era novato por el camino de cabras y vacas.
Empezamos por el templo de los monos, para este hay que subir unas escaleras, y hacía un calor, pero bueno, las vistas…
Luego fuimos al templo Durga, que fue el que más me gustó ese día, como el suelo quemaba mucho, Alberto y yo volvimos a por las sandalias, Claudio, aguantó, pero el pobre no sabía que nos iban a llevar por mitad de la montaña y las rocas ardientes a ver otras cosillas, como el templo de la cobra, el mirador… en fin, parecía que se le iban a quedar los pies de un hobbit, al pobre.
Luego fuimos para el pueblo de Anegundi a comer un thali y a ver un último templillo. Y luego para el lago, pero vimos mil carteles alertando de los cocodrilos y nos desanimamos, aunque estábamos convencidos de que era mentira y un hombre nos dijo que no era verdad, pero yo que sé.
Al volver a Hampi, Claudio se quedó en el río y nosotros subimos para las ruinas que hay en el centro del pueblo, y alucinamos, el lugar es de lo más bonito que he visto en mi vida, es impresionante, la verdad. Y encima en las ruinas no había nadie, solo unos chicos echando un cricket (que aquí hay mucha aficción), alguna vaca pastando y los monos. Hampi es un lugar mágico.
Al día siguiente por la mañana salía nuestro tren, teníamos que hacer enlace en Hubli y solo teníamos confirmado el primero, pero nos la jugábamos. Lo único es que yo me había enterado que cada mañana el elefante bajaba al río a lavarse e incluso lo podías lavar, así que me vestí, me puse las chanclas de agua y me preparé para bañarme con el elefante, pero el elefante no llegaba a las 8 y a las 9 y poco nos teníamos que ir, después de esperar y esperar, cuando casi nos íbamos a ir, apareció el elefante, y Claudio al lado, jeje.
Solo ver al elefante bajar las escaleras ya era un espectáculo.
Al final no bañé el elefante, me baño él a mí, jeje. Me siento purificadísima, jeje. Y corriendo para cambiarme de ropa y a la estación. Penita de dejar Hampi, pero bueno.
Os dejo microvídeo, porque mi cámara no estaba muy atento, guiño-guiño.
http://youtu.be/ckgWTicJIDI