Uno de los motivos por los que vinimos a Vietnam en este viaje, es porque Vietnam fue del país que peor recuerdo tenía Alberto de su anterior viaje, y eso había que cambiarlo. A él le habían encantado todos los países del sudeste asiático que había visitado, menos Vietnam, porque decía que la gente estaba muy picardeada con el turismo y había mucho timo y aprovechado.
Así que había que volver para cambiar esa impresión.
Por ahora, lo estoy súper consiguiendo, porque la impresión que estamos teniendo de Vietnam es buenísima, la gente muy maja, el país precioso, con mucha historia…
Alberto la otra vez que estuvo aquí cogió un autobús barato para guiris de esos que te subes y te bajas cuando quieres, pero es un autobús un poco timo porque te llevan siempre a los sitios de los amigos… así que yo creo que ahora que nos movemos más por libre, la experiencia es mejor también por eso.
Vietnam está muy desarrollado, mi sensación es que incluso más que Tailandia, una pasada. Si la llegada a Vigan fue la vuelta a la civilización, Ho Chi Minh es la vuelta a la modernidad, una ciudad ciudad y brutal, con sus edificios súper modernos, sus edificios emblemáticos, museos, palacios…
Nos quedamos en una guesthouse sencilla y cómoda en la zona guiri, y eso si que era el equivalente a Khao San en Bangkok, un montón de bares y terraceo, tiendecillas súper monas… Volvió el consumismo y yo aproveché para cambiar de bolso, que el del elefante que compré en Chiang Mai ya estaba muy trillado, jeje.
Fuimos al mercado, camisetas chulis, cafe, cafeteras diferentes que tienen aquí y que a mí me parecen muy cómodas, súper bien, vamos.
Luego fuimos a ver edificios emblemáticos de la ciudad como el People committe hall o la ópera, París total, zona pija con tiendas caras y hoteles de lujo, te dicen que estás en París y te lo crees.
Para rematar, también estaba Notre Dame, jeje.
Justo al ladito había una oficina de correos muy bonita que parecía una estación de tren y aprovechamos para enviar alguna postalita, claro.
Después visitamos uno de los edificios más importantes, que es el palacio de la independencia, o de la reunificación. Que había sido un edificio de herencia francesa (herencia que se nota en tooooodo y sobre todo en la comida, que es una fusión deliciosa) y era así de bonito.
Pero luego fue destrozado y reconstruido así, un poco al estilo facultad universitaria de época franquista en Barcelona (rollo campus diagonal, jejeje), pero con todo lujo por dentro.
Otro de los lugares más visitados, es el museo de recuerdo de la guerra, con medio millón de visitas anuales, es un museo en que se ven los estragos de la guerra, imágenes siempre de los americanos haciendo cosas horribles, fotos de las muchísimas deformaciones de los afectados por el agente naranja y muuuuucha propaganda, carteles…
Para acabar la visita, fuimos a la Jade emperor pagoda, pero la vimos un poco al vuelo, la verdad, porque estaban cerrando, curiosa, con un gran horno fuera quemando madera, figuras chinas, que parecían Confucio, no nos dio tiempo a entender mucho de que iba, la verdad, pero era muy graciosa.
Todo el mundo con el que tratamos era encantador, especialmente el dueño de la guesthouse, y el día siguiente lo dedicamos a disfrutar de la ciudad, volvimos al mercado, paseamos, tomamos café… y para terminar, nos dimos un masaje en una asociación de ciegos. Una experiencia total, porque al principio yo estaba muy perdida, se llevaron a Alberto para un lado, pero había pocas mujeres y no me veían, no me entendían, al final, una me cogió del brazo y me llevó a otro lugar. Me dio mucha rabia no poderme comunicar, porque me llamaba la atención cómo sabía lo que me dolía más y tal, a Alberto el suyo dice que le dio demasiada caña y luego se ha quejado un poco, pero lo más gracioso es que el hombre, cuando llegó al reloj, se detuvo a tocarlo bien y le dijo «good, good» y luego le pidió propina, jajaja, debió pensar que con ese reloj…
Al día siguiente volamos a Danang para visitar Hoi An, en Vietnam vamos a intentar no darnos la súper paliza de autobús, jejeje.